No podemos caminar en esta vida solos, necesitamos otro hermano con quién compartir la vida, la vida espiritual, nuestros dolores, nuestras alegrías, nuestros deseos, y aprender a escuchar a Dios que nos habla; muchas veces, caminando solos, nos cuesta escuchar su voz y seguirlo ya que: nadie es buen juez de su propia causa…
Tertuliano –un antiguo maestro de la espiritualidad cristiana- decía: “Un cristiano, ningún cristiano”. Es decir, necesitamos de otro, que nos ayude a conocernos, y conocer cada vez más a Jesús y su paso por nuestra vida. Cuando San Pablo se convirtió, Jesús le dijo: -“Levántate y entra a la ciudad: allí te dirán que debes hacer” (Hech 9, 6) es decir que Jesús a través de Pablo nos dice: -¡busca otro hermano, que haya caminado mas que vos en la vida de fe y déjate acompañar! ¡a través de Él yo te voy a hablar!
Jesús no le dice directamente a Pablo cuál es su Misión, ni su Voluntad: sino a través de Ananías que le ayudó a caminar y ser apóstol de Jesús. Eso se debe a que Jesús quiere que nos acompañemos entre nosotros y también se vale de medios humanos para hablarnos.
El acompañante espiritual permite a las personas conocerse mejor a sí mismas, colocarse bajo la atenta mirada de Dios y recibir su paz; ayuda a aceptar y a vivir con el Señor las etapas de nuestra vida y a permanecer en comunión con Él. Poco a poco aprendemos a recibir los acontecimientos, a discernir y a avanzar, tal y como somos, por el camino de nuestra vida, cada uno a su manera.
Por eso te invitamos a que te animes a transitar por esta experiencia, acercándote al Centro Pastoral y de Espiritualidad y compartiendo con algún acompañante: hay laicos y sacerdotes dispuestos a escucharte y a caminar juntos cada día un poco más, hacia una espiritualidad íntegra y vivida desde Jesús
¡Te esperamos!